Nuevas formas de protesta y comunicación
(escrito en enero de 2002)
En estos días sale en uno de los mayores diarios de Argentina una nota que registra y celebra los nuevos modos de protesta y comunicación que, iniciados en esta tierra comienzan a ser adoptados en otras latitudes. El poder global teme el ejemplo de Argentina, porque se ve que un pueblo educado pero tradicionalmente poco participativo se está juntando. Aunque de algún ,modo sean, como los definió un sociólogo "las protestas de muchos solos, juntos", la creatividad llama la atención mundial y promete globalizarse. Es que el poder omnímodo percibe que su control está atado con alfileres, y el despertar de un pueblo que rechaza los malos políticos, al FMI, las empresas privatizadas -luego de la liquidación suicida del Estado- y al capitalismo salvaje puede extenderse de país en país.
Un rápido panorama registra en primer lugar, en las grandes ciudades, las asambleas populares barriales de vecinos autoconvocados a pesar del miedo. En ellas se mezclan ciudadanos de diversa historia, formación e intereses que muestran sin pudores su falta de práctica asambleística y política.
Los cacerolazos, quizás evocación del lejano resonar de tambores tribales, se repiten y multiplican ciudad tras ciudad. Cargan con la carga de haber -ellos o los muertos de las represiones subsiguientes- derrocado dos gobiernos en pocos días. Los investigadores de fenómenos sociales ya los comparan con la mítica movilización del 17 de octubre del 45 y el cordobaza -antecesor del mayo francés- aunque en el primero había un líder y en el segundo la convocatoria de diversas organizaciones políticas y sindicales, mientras que en los cacerolazos, su mayor valor está en la espontaneidad de la movida, que ya comienza a copiarse en otras partes del mundo.
Estas protestas recuperan una de las mejores armas empleadas por H.I.J.O.S. para denunciar el domicilio de represores: el escrache, en el que pintadas y graffitis señalaban el domicilio de represores de la dictadura y hoy son empleados para marcar las casas de los corruptos. También la colocación de prolijas fajas autoadhesivas de CLAUSURADO POR FALTA DE PAGO en las sucursales locales de los bancos extranjeros que no devuelven los depósitos, así como el ejemplo de aquel que imposibilitado de veranear por el corralito, intentó vacacionar en el banco. O el llaverazo, en el que protestan dueños de viviendas endeudados en dólares.
Por último, la lluvia de e-mails y sitios de Internet potencian horizontalmente la protesta, agregándose algo que se antoja original: muchos de ellos difunden volantes listos para imprimir con la intención que los receptores los arrojen de a miles desde las ventanas de sus departamentos para que el viento los lleve por toda la ciudad. El periodista los compara con palomas de la paz o proyectiles que no hieren más que a la mala conciencia.
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