29.8.04

Mi amigo Sergio

Mi amigo Sergio

Lo conocí­ cuando estudiábamos ingeniería, y ya era el tipo más inteligente que jamás conocí­. Y el lo sabí­a. Recuerdo de esa época cosas sueltas, anécdotas. El chiste -o no- de que su casa era un despelote tal que si se te caía el pulover al piso, lo perdías. O que no necesitaba placards porque dejaba toda su ropa sobre la cama, y se acostaba por abajo, con lo cual además se abrigaba. Por ese tiempo, investigó cual era la manera de vestir mas cómoda/ abrigada/ fresca/ fácil de lavar, y decidió como vestiría para toda la vida. Algunas de esas ideas, las aplico yo todaví­a.

También decí­a que la cerveza era un buen alimento, porque incorporaba a través de ella las calorí­as necesarias para vivir, sin las toxinas que la comida aportaba, y por eso no enturbiaba el pensamiento. Entonces, cuando se acercaba un examen comenzaba a reemplazar paulatinamente la alimentación por cerveza. Era una especie de lavado como el que dicen, aporta el ayuno, por lo que los últimos dí­as antes de la prueba, sólo se alimentaba de cerveza. Y jamás sacó una nota menor a diez.

Cuando se discutía el tema del voto calificado, él ironizaba sobre el tema opinando que sí­, que estaba bien, pero que los que votaban deberí­an no sólo dar su voto, sino también explicar con una monografí­a porque lo hací­an. Esta serí­a analizada por estudiosos, y en caso que los argumentos no fueran de peso, el voto no serí­a considerado.

Antes de que existieran los fondos de retiro, diseñó uno propio. La idea la distribuí­a en un folleto que había hecho y decí­a algo así­ como: "yo administrarí­a su jubilación, si UD quisiera y el estado me lo permitiera..." y consistÃía en que el aporte de un profesional de ingeniería medio se pusiera en un depósito con intereses destinado a la construcción, a partir del cual -según sus cuentas- en 7 años se podía comprar un departamento chico, que al alquilarlo daba una pequeña renta. Que sumada al aporte que se seguía haciendo, permití­a comprar otro departamento pero en la mitad de tiempo. Que también daba ingresos, por lo que el tercer departamento se compraba aún en menos tiempo y así­ geométricamente hasta llegar el momento de jubilarse. A partir de entonces se comenzaban a cobrar los alquileres. Que en promedio eran el alquiler de 7 departamentos de tamaño acorde a lo que se hubiese aportado en su momento. Eran una jubilación bastante más jugosa que la tradicional, con la ventaja adicional de que podía dejarse a los herederos. Siempre nos parece "normal" que una jubilación se extinga cuando fallece el beneficiario, pero... ¿y si no tuviera que ser así­? Por otra parte, además fomentaba a la construcción, siempre motor de la economí­a interna. Mas tarde, vinieron las AFJP y todo nos pasó por encima.

Después, nos recibimos y tomamos caminos diferentes. Mientras yo estudiaba Comunicación Social, el seguí­a con Informática y más tarde con Ciencias de la Educación. Viví­a de cosas tan diversas como calcular estructuras de edificios o hacer diseños curriculares por encargo. En ese tiempo, viajaba por el mundo, estudiaba, etc. El dice que no conocés realmente un lugar si no te quedás el tiempo suficiente como para armar un rutina en él, sea el Cantábricoo Manaos. En Manaos, los jueves se tomaba la cerveza de un barcito cerca del rí­o, y los viernes iba al cine. En el Cantábrico aprendió a bucear en aguas profundas, y así­ la vida que nos contaba en mails que eran despachos de prensa para todos los amigos.

Por esos tiempos lo convocaron del Ministerio de Educación de la Nación para diseñar e implementar el proceso de Transformación Curricular que se puso en marcha en el paí­s a partir de la Reforma Educativa de 1993. El me llamó a mi y entre ambos armamos los contenidos del sistema de Ciencia y Tecnologí­a para lo que hoy se llama EGB y Polimodal. Durante ese trabajo, recuerdo que el entraba a las 6 de la mañana, que era cuando llegaba de viaje desde Mar del Plata, al Ministerio y trabajaba hasta las 10 de la noche sin parar ni a comer. Decía que si lo hací­amos comer, también tendrí­amos que dejarlo dormir la siesta en un sillón. Lo que terminaba cualquier disputa, porque no está bien visto dormir en un Ministerio de la Nación. El también decí­a que no entendía por que los baños de las oficinas no tienen duchas, que son tan buenas para refrescarse en verano o despabilarse cuando estás reventado de trabajar.

Después que terminamos ese proyecto y volvimos cada uno a casa, encontró una manera para laburar 24 horas por día durante dos meses. Lo hací­a en enero y febrero, dando clase de apoyo en cálculo de estructuras. Habí­a hecho en su casa dos salones de clase, y daba turnos de dos horas. Comenzaba en un salón exponiendo la primera hora y después les daba ejercicios para trabajar durante otra, y entretanto exponía lo mismo en el segundo salón en el que la clase empezaba una hora después. Así­ daba dos turnos de 12 horas por dí­a, durante dos meses. Y con eso, viví­a todo el resto del año.

En algún momento, hizo una cooperativa de construcción entre sus amigos y luego vendió su casa para comprar una manzana de tierra. Allí­ hizo un "barrio" para todos en el cual viven junto con sus familias. Dicen que allí­ ganó espacio vivible a costa de que cada casa no niega a las demás. Comparten el patio, algunos servicio o espacios comunes. Es un minibarrio "promiscuo", pero ellos opinan que es la contrapartida a esos edificios en los que el vecino es anónimo. Aquí es justamente integrado por ser visible, compaÃñero de trabajo, amigo.

También, asesora en la dirección de tesis a mucha gente, y a muchos no les cobra, sino que les da tareas comunitarias. A un grupo de dentistas les hizo hacer estudio bucodentales a los chicos de un comedor barrial a cambio de su ayuda.

Estuvo este fin de semana en Olavarrí­a con su mujer -él prefiere que diga "su compañera" a dar una charla de epistemología en el marco de una jornada sobre ciencia. Me contó que estuvo defendiendo su tesis de doctorado en el paí­s vasco, y que como no entendí­an bien de que trataba, le pusieron de jurados a un linguista, un matemático y un biólogo. Trató de explicármela y mucho no le entendí­, pero según él, trata - aplicando teorí­as del caos y de los juegos de Nash- de intentar predecir los vaivenes económicos de un país que está tratando de decidir si producirá trigo o televisores, en lo que respecta a cuantos millones de habitantes debe dejar afuera del modelo para que los que quedan dentro, puedan comprar los televisores que se producen.

El y yo, tenemos una pata en las ciencias duras y otra en las sociales. Quizás estamos intentando una sí­ntesis entre dos mundos a través del conocimiento, aunando también el sentimiento y el placer. El es a su modo, el recuerdo de una fuerza post-adolescente en la que parece que todo en el mundo es posible. Pero Sergio existe, es la prueba de que siempre, algo de ese sueño es posible más allá del tiempo que pase.

jarabito no miente... solo exagera!





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