12.9.02

No sé como puedo llamarme amigo de Tania.

No sé como puedo llamarme amigo de Tania. Cuando ella llegó yo me había ido, y cuando volví, ella se estaba yendo. Supe de ella por los comentarios que arrastraba, y quizás por amigos ella supo de mí. Supe de ella por sus andanzas, y me revolvió en las entrañas que anduviera suelta por esta vida y no la conociera, una tremenda mujer como esa y por eso derribé paredes hasta llegarla. No la recuerdo de la primera vez, sólo desde un momento en que ya era natural el afecto. Quizás nos hicimos amigos por carácter transitivo, simplemente por adivinar que nuestros caminos eran paralelos, al tiempo que coincidentes. No puedo hilvanar aquí el recuerdo de andanzas que nos hagan compinches en lo cotidiano. No nos emborrachamos juntos ni charlamos por horas de noches o bajo un sol que rota en el cielo perfecto. Sé que su persona frecuentó casas que no la comprendieron, sé que mujer pueblo conoció amores mientras yo también, que vistió diferente y discutió interminable a los gritos mientras yo, quizás, perdía tiempo elucubrando sueños imposibles. En realidad, creo que nos vimos pocas veces, quizás escapando a las chispas que pudieran saltar.
Nos cruzamos con Tania infinitas veces por la vida sin encontrarnos.
Ella con su gente por los bosques de Ecuador mientras yo vagaba los laberintos de mis búsquedas de verdad, de belleza. Ella hizo un museo, yo una biblioteca, ella tras la sombra de su padre yo también a mi manera. Y cuando hablo de ella no hay nada que de mí que no me suene frívolo. Está su lucha en la dureza de su valentía, están sus tres banderas sobre la mesa: mujer de la tierra, educadora, comunicadora. Están los que giramos en torno a su sol sin encontrarnos hasta hoy y somos del mismo palo sin saberlo.

No sé como puedo llamarme amigo de Tania. Quizás sea una caradurez que yo lo diga, pero que lo diga ella, es uno de los mejores regalos que la vida puede darme. Querida Tania, te deseo los mejores caminos y toda la fuerza que merecés. Para los dos, el deseo de que la vida nos reencuentre bajo cualquier cielo para saldar una a una, las deudas que una amistad del carajo como la que nos debemos, tiene pendientes.

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